Rabietas en la infancia: Cómo gestionarlas con calma y acompañamiento respetuoso​

Las rabietas son una de las situaciones que más preocupan a las familias durante la primera infancia. Son momentos de gran intensidad emocional que pueden generar mucha frustración, tanto en los niños como en los adultos que los acompañan.

Entender qué hay detrás de las rabietas es el primer paso para poder gestionarlas de manera más respetuosa y consciente.

¿Qué son las rabietas y por qué ocurren?

Las rabietas son conductas naturales que suelen aparecer entre los 1 y los 5 años de edad. Durante esta etapa, los niños están aprendiendo a gestionar sus emociones y todavía no cuentan con las herramientas necesarias para hacerlo de forma autónoma.

En realidad, las rabietas no son un problema de comportamiento ni una desobediencia, sino una expresión natural de malestar. El niño no sabe cómo regular lo que siente y lo manifiesta a través del llanto, los gritos, los golpes o la resistencia.

Las causas más habituales de las rabietas pueden ser:

  • Frustración ante límites o normas.
  • Cansancio, hambre o sobreestimulación.
  • Necesidad de atención o conexión emocional.
  • Dificultad para expresar lo que sienten con palabras.

Es importante recordar que las rabietas no son un intento de manipulación. Son una señal de que el niño necesita ayuda para aprender a autorregularse.

¿Cómo podemos acompañar las rabietas?

En lugar de intentar eliminar las rabietas, el objetivo es aprender a gestionarlas de forma calmada y acompañar emocionalmente al niño en ese momento difícil.

Aquí te compartimos algunas claves prácticas:

1. Mantén la calma

Aunque sabemos que es muy difícil, intentar conservar la serenidad ayuda al niño a regularse. Si reaccionamos con gritos o castigos, es probable que la rabieta se intensifique.

2. Acompaña con presencia

Es importante que el niño se sienta acompañado, aunque esté desbordado. Puedes decirle frases como: “Estoy aquí contigo, sé que esto es difícil para ti.”

3. Valida sus emociones

Reconocer lo que está sintiendo ayuda a que el niño se sienta comprendido. Por ejemplo: “Entiendo que estés enfadado porque querías seguir jugando.”

4. Pon límites claros

Acompañar las emociones no significa permitir cualquier comportamiento. Es necesario marcar los límites de forma firme pero sin perder el respeto: “Entiendo que estás muy enfadado, pero si lo tiras se puede romper y ya no lo podremos usar para jugar.”

5. Reflexiona después

Cuando la rabieta haya pasado y el niño esté más tranquilo, es buen momento para hablar sobre lo que ha ocurrido y ayudarle a poner nombre a lo que ha sentido.

¿Cuándo buscar apoyo profesional?

Las rabietas son parte del desarrollo y, en la mayoría de los casos, desaparecen progresivamente a medida que el niño madura y aprende a gestionar sus emociones. Es importante saber que las rabietas no son un problema de conducta, sino una conducta natural que aparece cuando el niño aún no sabe cómo regular lo que siente. No son un acto de desobediencia ni un intento de manipulación. 

Sin embargo, en algunas situaciones, las rabietas pueden volverse un signo de que algo más está ocurriendo y que el niño necesita un acompañamiento más específico.

Puede ser recomendable consultar con un profesional cuando:

  • Las rabietas son muy intensas o muy frecuentes y generan mucho malestar en casa.
  • El niño tiene dificultad para calmarse incluso con acompañamiento cercano.
  • Las rabietas persisten de forma significativa más allá de la edad esperada.
  • La familia se siente desbordada y sin recursos para gestionarlas.

En estos casos, hablamos de que las rabietas pueden estar relacionadas con un problema de conducta o con una dificultad emocional que necesita ser atendida por una profesional.

En nuestro futuro centro de psicología Te ayudo en Jerez de la Frontera, acompañaremos a las familias en la gestión de las rabietas desde un enfoque respetuoso y consciente, y también trabajaremos directamente con los niños para ayudarles a entender sus emociones y encontrar nuevas maneras de expresarlas.